Curiosamente todos nosotros estamos rodeados de
personas, aun que en ocasiones algunas de ellas, siendo de familia, amigos, compañeros de trabajo y hasta
simplemente conocidos, y algunos de ellos muy identificados al momento de tener
contacto con ellos nos dejen un animo negativo. Los expertos los llaman
vampiros emocionales.
Existen dos clases de vampiros emocionales ambos
igualmente tóxicos que debes aprender a reconocer.
Amenaza invisible
El primero es el vampiro invisible. Y es que
muchas veces, el comportamiento de estas personas no es abiertamente tóxico,
por decirlo de esta forma. Por lo tanto, es difícil reconocerlas y
`neutralizarlas’. Después de todo, son pocos los que no captan cuando alguien
se comporta de una manera grosera o desagradable con ellos, o cuando trata de
ofenderlos de acción o de palabra. Pero dicen que no hay peor contrincante que
un enemigo invisible, y es verdad.
El vampiro solapado también
suele recurrir al humor como una forma de atacarte sin dar la cara ni sufrir
las consecuencias. La regla que funciona aquí es la siguiente: si él o ella
bromean con que tienes sobrepeso o no encuentras pareja… no debes ofenderte,
porque se trata de una broma.
El lenguaje corporal también es
una estrategia muy común de los vampiros emocionales. Te dicen `Respeto tu
decisión’… con una sonrisa cínica en la cara; juran que te aprecian… con los
brazos cruzados; te piden que les creas… y desvían la mirada (a veces el gesto
es tan sutil, lo que los sicólogos llaman una microexpresión, que no lo captas
a nivel consciente; pero sientes que algo simplemente no `cuadra’). Ellos te
dicen una cosa, pero tú percibes todo lo contrario. Esta discordancia crea una
confusión interior que, a la larga, te drena.
Amenaza Visible
La segunda clase de vampiro emocional es más
fácil de detectar, pero no menos difícil de sobrellevar. Estos son algunos de
los ejemplares más comunes, de acuerdo con las teorías de las expertas en
relaciones interpersonales Cheryl Richardson, autora de Take
Time for Your Life (Toma tiempo para tu vida) y la doctora Lillian
Glass, autora de Toxic People (Gente tóxica).
1. Los negativos.
Ven el mundo a través de lentes oscuros. Y a ti te toca la ardua tarea de elevarles el ánimo, lo cual es como subir una piedra montaña arriba. `Tengo que buscar trabajo’, dice ella. `Ahora hay muchas oportunidades en tu campo’, le dices tú. `Sí, pero a mi edad…’, apunta ella. `La experiencia vale de mucho’, señalas. `Ay, pero las empresas prefieren personas jóvenes…’. Llega el momento en que tú, que tratabas de animarla, acabas más deprimida que ella, y temiendo por tu futuro laboral.
Ven el mundo a través de lentes oscuros. Y a ti te toca la ardua tarea de elevarles el ánimo, lo cual es como subir una piedra montaña arriba. `Tengo que buscar trabajo’, dice ella. `Ahora hay muchas oportunidades en tu campo’, le dices tú. `Sí, pero a mi edad…’, apunta ella. `La experiencia vale de mucho’, señalas. `Ay, pero las empresas prefieren personas jóvenes…’. Llega el momento en que tú, que tratabas de animarla, acabas más deprimida que ella, y temiendo por tu futuro laboral.
2. Los quejosos.
Se pasan la vida lamentándose de lo mismo —y `lo mismo’ puede ser la pareja, el empleo, los hijos, la economía—, pero nada hacen para cambiar la situación. En realidad, esta persona solo quiere quejarse, pues esto le produce un alivio momentáneo. ¿Tú? Después de una sesión maratónica de quejas, en la que al final nada se resuelve, acabas drenada.
Se pasan la vida lamentándose de lo mismo —y `lo mismo’ puede ser la pareja, el empleo, los hijos, la economía—, pero nada hacen para cambiar la situación. En realidad, esta persona solo quiere quejarse, pues esto le produce un alivio momentáneo. ¿Tú? Después de una sesión maratónica de quejas, en la que al final nada se resuelve, acabas drenada.
3. Los criticones.
Ponen objeción a todo lo que dices y haces; para ellos, tú nunca das la talla. Por supuesto, insisten en que las críticas son `por tu bien’. Pero la realidad es que te dejan por el piso. Por regla general, estas personas le encuentran un defecto a todo: la película, la cena, el servicio en el restaurante… ¡Son irritantes y agotadoras!
Ponen objeción a todo lo que dices y haces; para ellos, tú nunca das la talla. Por supuesto, insisten en que las críticas son `por tu bien’. Pero la realidad es que te dejan por el piso. Por regla general, estas personas le encuentran un defecto a todo: la película, la cena, el servicio en el restaurante… ¡Son irritantes y agotadoras!
4. Los belicosos.
Cualquier incidente, por mínimo que sea, provoca en ellos una reacción agresiva. Sientes que debes vigilar lo que dices o haces, para no encender la pólvora, porque cuando estallan, ¡arde Troya! Esto apaga tu espíritu.
Cualquier incidente, por mínimo que sea, provoca en ellos una reacción agresiva. Sientes que debes vigilar lo que dices o haces, para no encender la pólvora, porque cuando estallan, ¡arde Troya! Esto apaga tu espíritu.
5. Los débiles e indefensos.
Constantemente necesitan que hables por ellos, los defiendas, los apoyes, los protejas… porque ellos, pobrecitos, no saben valerse por sí mismos. Pero, sin duda, llevar todo ese peso sobre tus espaldas te quita hasta la última gota de energía. ¿Ellos? Tranquilos y felices, porque no tienen que hacerse responsables por sí mismos. En este grupo hay que incluir a los `poca cosa’ que practican la agresión pasiva; esos que, después de un desacuerdo, te juran que no te guardan rencor… pero luego se olvidan, por ejemplo, de pasar por ti a la hora acordada. Es su forma indirecta de castigarte.
Constantemente necesitan que hables por ellos, los defiendas, los apoyes, los protejas… porque ellos, pobrecitos, no saben valerse por sí mismos. Pero, sin duda, llevar todo ese peso sobre tus espaldas te quita hasta la última gota de energía. ¿Ellos? Tranquilos y felices, porque no tienen que hacerse responsables por sí mismos. En este grupo hay que incluir a los `poca cosa’ que practican la agresión pasiva; esos que, después de un desacuerdo, te juran que no te guardan rencor… pero luego se olvidan, por ejemplo, de pasar por ti a la hora acordada. Es su forma indirecta de castigarte.
6. Los sarcásticos.
Sus comentarios —crueles, burlones, en fin: sarcásticos— pueden resultar chistosos, pero cuando ese humor negro siempre va dirigido a ti, acaba por minar tu espíritu. Después de una sesión de ironías y comentarios ácidos, te sientes dolida e insultada. Su humor hiriente es tóxico para el alma, porque siempre golpea donde más duele.
Sus comentarios —crueles, burlones, en fin: sarcásticos— pueden resultar chistosos, pero cuando ese humor negro siempre va dirigido a ti, acaba por minar tu espíritu. Después de una sesión de ironías y comentarios ácidos, te sientes dolida e insultada. Su humor hiriente es tóxico para el alma, porque siempre golpea donde más duele.
7. Los catastróficos.
Siempre están hablando de huracanes, enfermedades, muertes, desgracias y colapsos económicos. Para ellos, la vida es un peligro inminente, y si algo va a ocurrir, seguramente será muy malo. Cinco minutos con ellos acaban con tus nervios.
Siempre están hablando de huracanes, enfermedades, muertes, desgracias y colapsos económicos. Para ellos, la vida es un peligro inminente, y si algo va a ocurrir, seguramente será muy malo. Cinco minutos con ellos acaban con tus nervios.
Peligro latente
Daniel Goleman, autor del best seller
internacional La inteligencia emocional, nos asegura que el efecto que nos
causan estas personas va más allá de una molestia momentánea. De acuerdo con su
último libro, Social Intelligence (Inteligencia social), nuestros intercambios
diarios con la pareja, los hijos, el jefe y aun con extraños, moldean la
estructura física de nuestro cerebro a nivel celular; esto, a su vez, afecta
todas las células del cuerpo, efectuando cambios incluso a nivel genético.
En otras palabras: nuestra reacción ante los
demás tiene un impacto biológico en nuestro organismo, ya que durante un
contacto social segregamos hormonas que afectan desde nuestro corazón hasta
nuestro sistema inmunológico. Según Goleman, las buenas relaciones son como una
vitamina; las malas, como un veneno. Y no solo eso: las emociones ajenas son
contagiosas, lo mismo que un catarro. ¿Entiendes ahora por qué es tan
importante neutralizar a los vampiros emocionales?
TIPS para salir corriendo:
1. Reconocerlos. Determina en
qué categoría cae esa persona que te deja drenada anímicamente. De esta manera
nunca te toma desprevenida, pues ya sabes cómo opera.
2. Mantener el balance interior.
Para evitar el contagio, muchas veces entender por qué esa persona tiene ese
efecto sobre ti, te ayuda a protegerte de su influencia negativa. Cuando sabes
que es ella, y no tú, la que tiene un problema (porque es negativa, belicosa,
catastrófica, etc.), puedes mantener una distancia emocional que te permite
observar su comportamiento `desde afuera’, sin que te afecte.
3. Alejarte. Si esta persona no
es esencial en tu vida, puedes diluir la relación. Muchas veces la costumbre
nos `ata’ a amistades tóxicas.
4. Sanar la relación. Si la
relación es importante para ti, Cheryl Richardson aconseja que le dejes saber a
esa persona de qué manera te está afectando. No se trata de enfrentarla,
herirla ni atacarla. En el momento oportuno, cuando ambas estén en buenos
términos, debes llamarla aparte y dejarle saber que, justamente porque la
quieres y valoras la relación, tienes algo que decirle. `Cuando haces/dices tal
cosa, yo me siento tensa/triste/ansiosa/ofendida. Te pido que no lo hagas más’.
Esto puede iniciar un diálogo muy sano para las dos.
De alguna forma nos influyen las personas de las cuales nos rodeamos, quizas conscientemente nos falta identificarlo, aun asi de manera inconsciente si, por lo mismo es mejor alejarnos de estas personas y si es posible salir corriendo!! :)
No hay comentarios:
Publicar un comentario