miércoles, 27 de marzo de 2013



Winston Churchill dijo en una ocasión “las críticas no serán agradables, pero son necesarias”. Es cierto pero también es cierto que a muchos de nosotros nos cuesta aceptar las críticas, sobre todo si son negativas. Siempre existe esa primera reacción donde se mezclan muchísimas emociones, sensaciones e ideas: la ira, el desconcierto, la tristeza, el sentirse incomprendidos…

Después de esa primera reacción, que podríamos calificar de bastante instintiva o visceral, podemos adoptar dos actitudes radicalmente diferentes: dejarnos abatir por la crítica o asumirla de forma asertiva. Hay personas que a lo largo de su vida han aprendido a asumir las críticas de forma asertiva, lo hacen de forma natural. Otras no han aprendido y se deprimen, se llenan de ira o hacen oídos sordos. Sin embargo, nunca es tarde para cambiar.

En realidad, ninguna crítica tiene el poder de ofendernos, somos nosotros quienes le otorgamos ese poder. Por ejemplo, nos dolerá más una crítica negativa de una persona cercana a nosotros o de alguien a quien respetamos que la opinión de alguien totalmente ajeno. También nos dolerá más una crítica dirigida a un área donde pensamos que somos especialistas que en una esfera de la cual somos completos desconocedores. Una crítica nos hará sentir más o menos mal en dependencia de lo significativa que nos resulte.

Esto significa que, en última instancia, somos nosotros quienes tenemos el poder sobre la influencia que la crítica ejercerá en nuestro estado de ánimo y en las futuras decisiones que tomemos. Por ejemplo, imaginemos que la crítica es una flecha que viene en tu dirección. Si usamos unos prismáticos, la flecha aumentará de forma colosal sus dimensiones y nos asustará haciéndonos pensar que no tenemos escapatoria. Si usamos los prismáticos al revés, la flecha se empequeñecerá y sabremos que no nos hará daño, ni siquiera la tomaremos en consideración.

Pues bien, tanto una postura como la otra es errónea. La flecha, que en este caso es la crítica, no se debe desechar sin más pero tampoco nos puede amedrentar, es importante apreciarla en su justa medida, reflexionar sobre ella y, si es oportuno, cambiar nuestro comportamiento.

En este punto probablemente estarás pensando que es más fácil decirlo que hacerlo. Por eso te daré algunos tips prácticos:

-Mantener una actitud abierta y asertiva. Una vez que pase tu reacción inicial, recuerda que una crítica es simplemente una señalación sobre algo que has hecho pero no define tu persona ni te demerita. No asumas una actitud defensiva sino de diálogo.

-Buscar la verdad en la crítica. Intenta ponerte en el lugar de la persona que ha realizado la crítica, así podrás comprender sus intenciones. ¿Quería simplemente molestarte o hay verdad en sus palabras y estaba intentando ayudarte? En este punto debes tener cuidado porque a veces una crítica se realiza con un tono tan negativo que el primer pensamiento que acude a nuestra mente es que nos quieren destruir pero es importante que aprendas a mirar más allá del tono utilizado y te centres en los hechos, ¿cuánto hay de cierto en la crítica?

- Determinar si la crítica es pertinente o no y actuar en consecuencia. Una vez que sepas cuánto hay de verdad en la crítica, valora los cambios que deberías realizar en tu comportamiento u objetivos. Si la crítica y los cambios que conllevan te pueden ayudar a crecer como persona o profesional, entonces, ¡bienvenida sea! Si finalmente decides que la crítica no te reporta nada positivo, será mejor olvidarla y que no eche a perder tu día o socave la confianza en ti.
 
Fuente: Rincon de Psicologia

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